Las figuras de actor/bailarín/músico se desdibujan en este experimento escénico de “cuerpos diferentes”, que van en distintas direcciones, que se dispersan en las sombras, que son impuros, que escapan de aquello que se dice limpio.

La multiplicidad de lenguajes (teatral, plástico, audiovisual, fotográfico, dancístico) potenciados en un cuerpo que expone toda su potencia expresiva. La escena se carga de imágenes que se fragmentan. El cuerpo realiza una metamorfosis constante, adquiriendo nombres, rótulos, etiquetas que devienen otros cuerpos en crisis, escena tras escena.

En la oscuridad aparece la íntima verdad del deseo, los actos de escandalosa promiscuidad, la inmediata satisfacción alienada de la sexualidad virtual, la culpa, el desborde, la animalidad, el amor, el placer.

Imágenes cargadas de discurso, construyen una poética lirica-bizarra sobre el “deber ser”, los estereotipos y la competencia simbólica que ejercen en los cuerpos disidentes.

Sucio es la bella decadencia de lo moral y socialmente correcto. Es un desastre hermoso.

Intérprete: Nicolás Dellarole

Composición Musical y Música en escena: Agustín Albrieu Llinas

Textos: Nadia Ethel Basanta

Puesta – Diseño y Operación Técnica: Estefanía De Genaro

Vestuario: Isabel Peralta

Dirección Acto I y AIII:  Elvira Bustamante (Texto) – Victoria Rosso (Danza)

Dirección Acto II: Maximiliano Gallo

Audiovisual: Juan Bianchini

Fotografía: Gastón Malgieri

Producción: Lucía Boggan

Host: Betty LaCueva

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